Mi niña bonita no quiere dormir. Mi niña chiquita llora y se desconsuela porque el día acabó. La noche vino con su manto oscuro de estrellas y luna y sueños por cumplir. Pero mi niña bonita no quiere dormir. El llanto se extiende y flota y traspasa las habitaciones y llega al alma. No entiende mi niña que la noche llegó pero que no es el fin sino el principio de un mañana lleno de esplendor.
viernes, 30 de diciembre de 2011
viernes, 23 de diciembre de 2011
La otra cara del invierno
Hoy no hay mucha gente por la calle. Claro, con este frío. Menos mal que el quiosquero de la esquina me ha dado estos cartones tan buenos. Entre eso y el par de mantas gordas que me dieron el otro día creo que podré aguantar bien. ¡Que sí, cómo no voy a aguantar si yo he estado a 20 bajo cero allá en mi país!... El caso es que hoy tengo frío... Bueno, será normal, ya no soy tan joven y además ya me había acostumbrado a los inviernos suaves de Madrid. Y de repente este año le da por hacer un frío de la hostia.
El caso es que yo debería aguantarlo bien, pero hoy... Será que ya llevo varios días aquí sin moverme de mi cajero. Pero es que no tengo ganas de andar por ahí. Hace mucho frío. Y además he visto a un tío nuevo que no hace más que merodear para levantarme el sitio al primer descuido. Así que no pienso moverme. Menos mal que Mariluz me trajo ayer un par de cartones de vino. Es buena gente esta tía, la pobre. No sé porqué estará en la calle, si parece guapa y educada. Bueno, a veces se le va un poco la olla, creo que no está bien del todo. Vete a saber.
Voy a echar un trago de vino a ver si entro un poco en calor. Lo que daría por una buena botella de vodka, eso si que te hace entrar en calor y no esta mierda de agua sucia que te venden por vino. En fin, es lo que hay... ¡Vaya, si juraría que ha caído un copo de nieve!... No puede ser. Sí, si puede ser. ¡Cómo cae! Yo creía que en España no nevaba... No siento la mandíbula. Los dedos hace días que no los siento del todo... ¡Joder, qué frío!. Como esto siga así me voy a congelar.
Qué perra es la vida, tiene cojones, dar tantos tumbos por el mundo para morir de frío en el país del sol. Mira, socio, te digo una cosa, cómo pasen otra vez los polis y me digan que me vaya al albergue me voy. Hoy si que me voy, y mira que me jode, ¿eh? Que yo siempre he sido un tío duro y además no soporto que nadie me diga lo que tengo que hacer, ni dónde tengo que dormir, ni qué tengo que comer. Pero hoy me duelen tanto los dedos... Podría irme al metro. Pero no, está muy lejos y no tengo ganas de moverme... Además, seguro que está lleno de gente y no quiero hablar con nadie. Hoy no.
Pero ¡qué van a pasar los polis!. ¡Qué va a pasar nadie por aquí ya con lo que está cayendo!... Ya deben ser las ocho porque la vieja de la floristería se acaba de ir. Hoy ni siquiera ha salido a echarles la bronca al par de chicas que se han parado en la puerta a tocar sus putas plantas. Debía tener frío la vieja y pocas ganas de salir a ponerse a gritar como una loca bajo la nevada. En fin. Voy a echar otro trago de vino, que me está entrando sueño a ver si me entona y me duermo y pasa pronto esta noche de perros.
Y pensar que yo he pasado los inviernos a veinte bajo cero... Será que me hago viejo, será que me he acostumbrado al calor de Madrid. A ver si pasan los polis y me dicen que me vaya. Y llaman a una ambulancia y me llevan porque yo ya no puedo moverme. No tengo ganas... Vaya! Vienen dos niñatos con ganas de juerga. Pues bueno, pues si quieren que me den. Creo que hoy ya no siento nada. Voy a echar un trago. Bueno, ya se van, con este frío se irán a su casa los cabrones, claro. Aquí van a estar perdiendo el tiempo con una mierda de mendigo.
Tengo mucho sueño. Voy a echar una cabezada que ya se me está pasando el frío. Ya me encuentro mejor, qué sueño más dulce me está entrando. Hacía tantos años que no dormía tan bien. Sí, ahora lo recuerdo, desde que era un niño y mi madre me cantaba nanas mientras yo me quedaba dormido, acurrucado en mi cama caliente bajo el peso de las mantas suaves y blandas. Y mi madre canta y yo me duermo y me acurruco más bajo mis mantas y al fin siento su beso cálido y dulce en mi frente de niño inocente.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Versos azules para almas incoloras (III)
Soñé estar despierta y levantarme de la cama.
Soñé que andaba, que comía y que hablaba.
Constantemente igual, con las mismas personas,
con la misma voz.
Soñé que soñaba estar en el mundo y ser una más.
Desperté envuelta en sudor.
lunes, 19 de diciembre de 2011
Regalo de Navidad
Yo la abrazaré bien fuerte y me la llevaré conmigo. La esconderé para que no me la quiten los otros. No me importa que esté azul y fría y ya no diga mamá. Me la encontré rebuscando comida y de tan contenta que estoy hasta se me quitó el hambre. Lo dice el señor cura cuando viene, con su pañuelo en la boca para taparse las ansias, que hay que tener fe y rezar. Sobre todo en esta época. Mi papá no se lo cree mucho pero yo anoche pedí mi deseo y mira. Mi muñeca bebecita, tan linda, envuelta en su mantita, dentro de su bolsita de basura.
jueves, 15 de diciembre de 2011
Contagioso
Tenía el alma gris a fuerza de tanto lavarla con oraciones diarias y misas de domingo sentado en la primera fila. No se perdía ni una, pues estaba convencido de que hacer acto de presencia bastaba para conseguir puntos para entrar al ansiado cielo. Sin embargo hay manchas que no se quitan y cuando el material no es de calidad vuelven a aflorar a la primera de cambio. Por eso cuando vio aparecer al nuevo párroco procedente de Guinea Ecuatorial tan joven, tan moderno y tan negro, se negó a tomar la comunión de sus manos por miedo al contagio. No sabe el beato que el alma se le ennegreció de nuevo sumergida en su mar de prejuicios.
domingo, 11 de diciembre de 2011
Versos azules para almas incoloras (II)
Allí donde mueren las flores,
allí donde nace el silencio. Allí quiero ir.
Donde las almas cantan,
donde el amor es un niño
y donde no hay sol.
Allí quiero volar.
Cuando las estrellas se confunden
con el color del cielo.
Cuando mi cuerpo es etéreo.
Cuando los sonidos no se oyen
y cuando el agua se convierte en fuego.
Allí quiero estar.
Y morir mil veces.
Y nacer mil veces.
Para nunca volver a morir
y a nacer en el mundo de los sueños.
viernes, 9 de diciembre de 2011
En silencio
El sol abrasaba. Los perros buscaban sombra. El entrechocar de picos y batir de alas acallaban nuestros gemidos a la hora de la siesta.
lunes, 5 de diciembre de 2011
Versos azules para almas incoloras (I)
Sólo soy un suspiro evanescente
que vaga entre las almas perdidas.
Sólo soy esencia pura ya marchita
que vaga entre las flores frescas.
Sólo, amor, sólo soy eso.
Mi cuerpo se desvaneció a su paso
por el mundo en busca de tus besos.
Ya no soy nada; ya no eres nada.
Pero a veces me reflejo sutilmente
y muy fugaz en el color de tu mirada.
lunes, 14 de noviembre de 2011
El recuerdo
Durante horas estuvieron los amantes juntos, acariciando sus cuerpos, besando sus bocas y entregándose a los eternos juegos del placer. Él susurraba palabras de amor en el oído de su amiga y ésta, con sus profundos ojos oscuros, le miraba complacida, sonriéndole, besándole con renovada pasión.
Pasó el tiempo y el olvido lo cubrió todo. Una tarde la recordaba dulce, serena. Su cuerpo blanco y ágil y sus labios dispuestos a recibir siempre su amor, mientras miraba sumido en una extraña tristeza las gotas de lluvia pegada al cristal. De repente se preguntó ¡dónde estaría, qué sería de ella! Hacía ya tanto que no volvió a llamarla.
Sintió melancolía de aquellas noches agradables y quiso volver a la habitación del viejo hotel en el que la vio por última vez, tan dulce y tan lejana. Quiso hablar con ella y marcó su número. Una voz rota, de mujer vieja, le contestó en tono pausado.
Frente a la ventana en la que ambos se abrazaron fuertemente por última vez se esforzaba en comprender las palabras que la mujer le dijo por teléfono. Y su mirada fija en el cristal que, empañado de su aliento, devolvía dos palabras escritas hace mucho. Las últimas de su amante: “yo también”
viernes, 4 de noviembre de 2011
El que no se consuela...
Me acerco y anoto sus nombres. Son nombres vacíos, huecos de significado para mí. ¿Cómo serían las personas que se esconden tras esos cúmulos de letras? Algunos son sonoros y rimbombantes, nombres con sombra de abolengo sin duda, pienso yo. Otros, los más, son comunes, fáciles de olvidar, nombres de andar por casa... ¿Ha terminado ya? Me hostiga el funcionario del registro civil. Yo le devuelvo el bolígrafo sobado y me voy tan contenta convencida de que tengo un antepasado noble en mi gris familia. Si ya sabía yo que tenía gusto de rica...
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Sombras (II)
Mi abuela decía que el alma de las personas es su sombra. Hoy llevo todo el día buscándomela y no la encuentro. Empiezo a sospechar…
viernes, 28 de octubre de 2011
De trenes y estaciones
Como un largo gusano hambriento el tren avanza recorriendo túneles. De cuando en cuando para, vomita su carga como si fuera un exceso de equipaje en su estómago. Pero de nuevo en su hambre compulsiva, interminable devora una nueva remesa de almas grises, adormiladas que avanzan recorriendo túneles como gusanos hambrientos hasta la siguiente estación de sus vidas.
viernes, 21 de octubre de 2011
El viejo contorsionista
No pretendas fingir que para ti la postura no es un problema. Por Dios, Fermín, que tienes 69 años y esos gemidos no son de placer. Anda, deja de hacer tonterías y vamos a rezar como los misioneros, que tú ya no estás para estos trotes…
miércoles, 28 de septiembre de 2011
De estrellas y poetas
Después de unos días sin publicar nada hoy os dejo con los dos microrrelatos que mandé a ReC: "Noche estrellada" y "Poetas".
Noche estrellada
La noche es una estrella en tu cucharilla. La sujetas con desgana justo después de remover el té dejando caer las últimas gotas en la taza. Sé que has dicho algo. Debe ser importante porque te has quedado quieta, sujetando nerviosa la noche suspendida sobre la superficie humeante. Intento comprender, buscar en tu mirada ansiosa pero mi mente no quiere escuchar tu mensaje. Me miras, esperas. Lo sé. Pero yo ya sólo puedo ver la última gota que resbala del metal y con ella mi cielo se queda sin estrellas.
Poetas
-La noche es una estrella en tu cucharilla…
-Siempre fuiste un poeta…
-Pero el brillo del metal es frío. Me cala los huesos...
-Por eso me enamoré de ti. Pásame el mechero.
-Enciende en tus manos la llama que calienta mis sueños…
-Anda, échale algo a la hoguera que yo también me estoy pelando. No sabes la rasca que hace en esa puta rotonda. Tú con tus letras tan feliz pero la que se lo curra al final soy yo.
-Dame un poco de esa estrella. Mi noche se apaga…
-Mi pobre poeta triste… Ya no tienes remedio…
-Tú tampoco.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Moderno Pigmalión
Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol. Con un poco más de tiempo, tendremos un hijo, o dos o tres. Seremos felices y viviremos en un chalet a las afueras con un hermoso jardín. Rodeados de buenos vecinos pasaremos una vida feliz y tranquila. En ese entorno idílico podremos escribir nuestros libros. Envejeceremos juntos viendo crecer a nuestros nietos. Y finalmente, cuando ya no tengamos nada más que hacer ni decir nos iremos a dormir acurrucados y descansaremos. Sólo me queda un detalle por perfilar en este proyecto: sacarte de esta maldita pantalla para poder abrazarte.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Liberación
Lleva horas despierto cuando suena el despertador. Se ducha, se viste y se toma el café. Luego conduce por la misma carretera abarrotada de siempre. Al rato, los edificios comienzan a clarear y hay menos coches. De repente deja de ver cemento. Atraviesa una extensa pradera verde brillante salpicada de flores de todos los colores. A lo lejos se ven las montañas. Un riachuelo plateado baja ondulante. Hay una casita con tejado rojo y triangular. De la chimenea sale humo gris. El cielo es de color blanco y las nubes, azules. Igualito, igualito que los dibujos que hacía de pequeño.
jueves, 8 de septiembre de 2011
La terapia
“Por cierto ¿hoy es domingo?” Se pregunta Clara mientras le sirven el capuccino. Está en un café bohemio lleno de intelectuales, de esos que Manuel encontraba aburridos. Acaba de salir del cine de ver una romántica, de esas que Manuel llamaba pastelones. Observa la rosa que se ha comprado, de esas baratas e inodoras, pero siempre agradables de recibir. De esas cosas que Manuel decía que eran tan tontas porque las flores “no duran nada”. De repente recuerda aquellas tardes de fútbol, sofá y cerveza, tan distintas, tan lejanas, tan ajenas… Sonríe triunfal. “Sí, es domingo, tengo que mirar la quiniela”.
lunes, 5 de septiembre de 2011
La verdad verdadera
Antonio era un niño mentiroso por naturaleza. En su cabecita se formaban palabras ciertas pero en el camino hacia sus labios se transformaban en historias increíbles.
Contaba que la maestra lo ponía a hacer de espantapájaros. Pero no le salía bien y se le llenaban los brazos de mirlos y petirrojos.
Solía decir que en el monte habitaba una princesa. Era hermosísima pero estaba encantada y no podía volver al pueblo.
Un día se topó con un oso de seis metros. De un zarpazo le quitó el pan y le dejó esas marcas en la espalda.
Y lo más increíble, contaba que por las noches, cuando todos dormían, le visitaba un monstruo con la cara de su padre.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Cosas de la guerra
De niña pasaba los veranos con mis abuelos en el pueblo. Me gustaba acompañar a mi abuela al cementerio y leer los nombres de los muertos. Imaginarme sus vidas. Había una lápida sin nombre. Sólo una cruz grabada, unas iniciales y unas fechas que terminaban en el 37 y que daban como resultado dieciocho años. Mi abuela nunca supo decirme quién era. O nunca quiso. Cosas de la guerra, niña. Y yo, que entonces entraba en la adolescencia, adornaba la muerte de aquel muchacho con un halo de romanticismo. Morir tan joven luchando por tus ideales me parecía conmovedor. Luego crecí, leí, escuché los jirones de historias que todavía flotaban en el pueblo, en mi barrio, en las conversaciones de mis padres. Ahora miro a mi hijo de dieciocho y comprendo el significado de aquella lápida. Tan sólo una muerte absurda.
viernes, 19 de agosto de 2011
Demasiado tarde
Aquí vinimos a descansar, deje la costura Paquita, que nos vamos a quemar la retina… La enfermera deja el vasito con las pastillas cerca de la anciana mientras le retira amablemente las agujas de hacer punto. Ella se deja hacer pero en cuanto se aleja vuelve a cogerlas. “Descansa tú guapa, que yo no estoy cansada. Además tengo que acabar la bufanda para mi hijo. Me va a oír. Hace más de un mes que no viene, desde que me trajo esos papeles. ¡Ah no!, pero la próxima vez no firmo nada y le pienso decir que me vuelvo a mi casa”.
martes, 16 de agosto de 2011
Dos arrugas
Tenía dieciséis años cuando la guerra la pilló en Madrid. Cuando sonaban las sirenas se escondía junto a la familia para la que trabajaba en el hueco de la escalera. Más de una vez oyó caer los obuses cerca pero nunca tuvo miedo. La inocencia o la soberbia de la juventud la protegían del terror. La comida comenzaba a escasear. Y un día se llevaron a uno de los señoritos en plena noche. Para unas preguntas, dijeron. Nunca volvió. Ella tampoco preguntó. Pero cuando recibió la carta de su madre diciéndole que su hermano había muerto en el frente envejeció de golpe. Me dijo que ese día en su frente aparecieron dos arrugas. Esas que a mí tanto me gusta acariciar.
* Microrrelato presentado al concurso de la Cadena Ser "Memorias de una guerra"
jueves, 4 de agosto de 2011
Pequeñas preguntas
–¿Y ésta es la famosa espada que todo lo logra? – dijo la pequeña duendecilla mirando incrédula el trozo de metal incrustado en la piedra.
–Sí – dijo ufano el gnomo –, seguro. El hombre que consiga sacarla lo tendrá todo: será rey de un imperio, tendrá a sus pies pueblos enteros que le rendirán homenaje, mujeres que le adorarán. Será un triunfador y ...
–No sé, no sé... ¿Y será feliz?
jueves, 28 de julio de 2011
El pintor de la Plaza Mayor
Para hoy no toca microrrelato sino una historia algo más larga de lo habitual. Esta historia la escribí para el blog de Miguel "Mis fotos de Madrid"
"¡Vaya por Dios! Ahora se pone a llover" Una gota, luego otra... Miles de gotas emborronan el dibujo tantas veces repetido de la Plaza Mayor con su famosa estatua ecuestre (que, la verdad, no sabe muy bien de quién es). A Juan le gustaría dibujar otras cosas distintas. Le gustaría dejar que su carboncillo se dejase llevar al vaivén de las caderas de esa muchacha que acaba de pasar contoneándose. O incluso dibujar los trazos grises de aquel anciano que avanza cansinamente apoyado en su bastón. Pero los turistas prefieren la estampa típica y manida, ¡qué se le va a hacer! A fin de cuentas trabaja por dinero. Aunque eso no quiere decir que de vez en cuando no dibuje lo que le venga en gana, por supuesto. Las horas se hacen muy largas en su rincón del soportal, sobre todo los días de verano. Así que entre sus estampas aburridas siempre cuela alguna “de su cosecha”.
Juan lleva ya varios años en paro y su mujer está enferma. Por suerte no tienen hijos. Juan pinta porque no sabe hacer otra cosa. Bueno, sí sabe pero es lo que mejor se le da y además siempre quiso ser pintor. El caso es que desde que está en paro y le dio por lo de pintar en la Plaza Mayor, ya le han ofrecido trabajar varias veces de camarero en las terrazas cercanas.
Aunque algunas horillas sueltas ha ido echando, sirviendo las mesas atestadas de turistas, sinceramente él prefiere venderles un dibujo o una pinturilla a pastel que servirles un café. Por eso y porque el paro aún no le ha cumplido y no es cuestión de perderlo por un contrato bastante pasable con muchas horas y poco sueldo, él siempre prefiere volver a sus pinturas, aunque su mujer no opine lo mismo.
Resulta irónico pero desde que todo se le vino abajo, Juan es más feliz que nunca. Se ha dado cuenta de que lo que él siempre quiso hacer es nada más y nada menos que lo que hace, ni contratos sustanciosos, ni pisos caros, ni vivir holgadamente. Él lo que quiere es sentarse en "su plaza" y ver pasar la vida de Madrid: ver cómo respira Madrid, cómo llora Madrid, cómo ríe Madrid y dibujarlo… Y si para eso de vez en cuando tiene que hacer dibujos de toreros o gitanas para los guiris pues los hace…
Un billete de cien euros ha caído de repente dentro de la caja de zapatos vacía que hace las veces de mostrador. Perdido en sus elucubraciones Juan ni siquiera se ha dado cuenta de que ha dejado de llover y de ese chico alto y rubio que lleva un rato rebuscando en su carpeta. Levanta la cabeza y ve un gesto confundido como queriendo decir "¿me lo vendes por cien euros?". Juan guarda rápidamente el billete en su bolsillo y mira alejarse al turista con su dibujo. Tiene gracia, no es de los típicos...
"¡Vaya por Dios! Ahora se pone a llover" Una gota, luego otra... Miles de gotas emborronan el dibujo tantas veces repetido de la Plaza Mayor con su famosa estatua ecuestre (que, la verdad, no sabe muy bien de quién es). A Juan le gustaría dibujar otras cosas distintas. Le gustaría dejar que su carboncillo se dejase llevar al vaivén de las caderas de esa muchacha que acaba de pasar contoneándose. O incluso dibujar los trazos grises de aquel anciano que avanza cansinamente apoyado en su bastón. Pero los turistas prefieren la estampa típica y manida, ¡qué se le va a hacer! A fin de cuentas trabaja por dinero. Aunque eso no quiere decir que de vez en cuando no dibuje lo que le venga en gana, por supuesto. Las horas se hacen muy largas en su rincón del soportal, sobre todo los días de verano. Así que entre sus estampas aburridas siempre cuela alguna “de su cosecha”.
Juan lleva ya varios años en paro y su mujer está enferma. Por suerte no tienen hijos. Juan pinta porque no sabe hacer otra cosa. Bueno, sí sabe pero es lo que mejor se le da y además siempre quiso ser pintor. El caso es que desde que está en paro y le dio por lo de pintar en la Plaza Mayor, ya le han ofrecido trabajar varias veces de camarero en las terrazas cercanas.
Aunque algunas horillas sueltas ha ido echando, sirviendo las mesas atestadas de turistas, sinceramente él prefiere venderles un dibujo o una pinturilla a pastel que servirles un café. Por eso y porque el paro aún no le ha cumplido y no es cuestión de perderlo por un contrato bastante pasable con muchas horas y poco sueldo, él siempre prefiere volver a sus pinturas, aunque su mujer no opine lo mismo.
Resulta irónico pero desde que todo se le vino abajo, Juan es más feliz que nunca. Se ha dado cuenta de que lo que él siempre quiso hacer es nada más y nada menos que lo que hace, ni contratos sustanciosos, ni pisos caros, ni vivir holgadamente. Él lo que quiere es sentarse en "su plaza" y ver pasar la vida de Madrid: ver cómo respira Madrid, cómo llora Madrid, cómo ríe Madrid y dibujarlo… Y si para eso de vez en cuando tiene que hacer dibujos de toreros o gitanas para los guiris pues los hace…
Un billete de cien euros ha caído de repente dentro de la caja de zapatos vacía que hace las veces de mostrador. Perdido en sus elucubraciones Juan ni siquiera se ha dado cuenta de que ha dejado de llover y de ese chico alto y rubio que lleva un rato rebuscando en su carpeta. Levanta la cabeza y ve un gesto confundido como queriendo decir "¿me lo vendes por cien euros?". Juan guarda rápidamente el billete en su bolsillo y mira alejarse al turista con su dibujo. Tiene gracia, no es de los típicos...
martes, 19 de julio de 2011
Telebasura (FINALISTA "CUENTA 140")
El tema de esta semana era "el mando a distancia"
"Discutíamos a gritos hasta que nos dimos cuenta de que el niño nos apuntaba con el mando. Con sus deditos aporreaba la tecla del volumen"
domingo, 10 de julio de 2011
El cielo de las mariposas
En clase de religión la profe me ha dicho que todos los seres vivos son almas de Dios. Que todos irán al cielo cuando mueran. Le he preguntado que si también los bichitos van, porque yo quiero mucho a mis gusanitos de seda y a mi caracol. Le ha costado admitirlo pero al fin me ha dicho que para ellos hay un cielo especial, donde van las hormigas, las moscas y demás cosas con almas insignificantes. Cuando le he preguntado qué es insignificante me ha contestado con cara de fastidio que es algo que vale muy poco. Pero yo le he dicho que las mariposas son preciosas, que su alma no podía valer poco. Y resoplando me ha contestado que sí, porque es un bicho diminuto que no vale para nada, y se acabó.
A mí no me importa. Yo cuando me muera quiero ir al cielo de las mariposas. Seguro que allí estará mi abuelo sentado en su butaca con mis gusanitos del año pasado. Y como tendremos todo el tiempo del mundo da igual que lo perdamos jugando con mis bichitos. Aunque mi padre y la profe estén refunfuñando desde el cielo de las personas importantes.
domingo, 3 de julio de 2011
Atlas
Érase una vez un mapa que podía llevarte a cualquier parte. Conocía todos los caminos porque estaban en él escritos. Un buen día el mapa se perdió y no podía encontrarse. Sin saber qué hacer comenzó a vagar preguntándole a todo el mundo cómo podía hallarse. “Necesitas un mapa”, todos le decían. “¡Qué gracia, un mapa perdido! Necesitas un mapa de mapas”.
(Este pequeño cuento fue escrito con la inestimable colaboración de mi hija mayor y la sabiduría acumulada en sus tres años de edad.)
lunes, 27 de junio de 2011
Relato leído en la radio
Pues resulta que el otro visitando el blog de Acuática (por cierto, mi enhorabuena por la organización del Concurso "No me vengas con historias" y por esos zorro-lobos que se ha currado. Diga ella lo que diga le han quedado chulísimos) me he encontrado que en una de sus entradas hacía mención a algunos micros que se habían leído en "El Planeta de los Libros". Y mira tú por dónde, que oyendo el podcast me encuentro con uno mío: Reencuentro. Aquí os dejo el enlace por si queréis oírlo. Está en el minuto 44:33.
http://www.elplanetadeloslibros.com/html/audio-205-acampada-sol.htm
Y si queréis releer el texto podéis hacerlo en este blog puesto que ya lo publiqué en su momento
http://palabraspreciosas.blogspot.com/2011/05/reencuentro.html
Buen lunes
lunes, 20 de junio de 2011
Déjame marchar
Como los ángeles al caer el sol,
como el azul del mar que precede a la tormenta,
impaciente, expectante.
Como una solitaria luciérnaga que revolotea alrededor de una bombilla,
ingenua, soñadora.
Como la sombra de una figura transparente que está, pero ya no es.
Así vivo, así muero cada vez que pasas a mi lado y no me ves...
Y no me verás nunca
porque ya no estoy aunque estoy siempre contigo,
porque ya no me sientes aunque me sientes cada noche al acostarte,
porque ya no me quieres aunque me quieres en el fondo de tu alma
y no lo sabes.
Porque hace tiempo que me fui.
Tu mano quiso sujetarme.Pero caí.
jueves, 16 de junio de 2011
Ciclos
Había llegado a la conclusión de que su vida se desarrollaba en ciclos. Y de que el cinco era su número. Así que esta vez tenía que ser la definitiva. Después de cuatro relaciones fallidas que duraron cinco años cada una, conoció a Adela, la quinta. Lo malo es que para ella, él era sólo el cuarto.
lunes, 13 de junio de 2011
Espejismo
Desde que aquella chica le ofreció esa manzana en el súper no había comido tanta fruta en su vida. Se había quedado parado frente al expositor hipnotizado por el rojo brillante. “Pruébala”, le dijo al tiempo que sonreía amablamente, “son de calidad superior y además están de oferta”. Así que todos los días a la hora del desayuno se escapaba el tiempo justo de ir a comprar “su” manzana y ver a “su” dulce Eva. Cambió sin darse cuenta su dosis diaria de cafeína y aburrimiento por una de antioxidantes naturales e ilusión. Pero un día acudió a su cita con su frutera favorita y en su lugar se encontró un chico gordo y con granos. Tenía aspecto de comer muchos bollos y poca fruta. Las manzanas ya no estaban de oferta. Al día siguiente volvió a su café.
sábado, 11 de junio de 2011
Amor al fin y al cabo
La bala en la sien para él.
Para ella el puñal en el corazón,
la rosa en la mano y un beso en la boca.
Romántico hasta el final.
viernes, 27 de mayo de 2011
Reencuentro
Todos los días les lleva bizcochos. Su exigua paga no le da para más. Viene con su caminar lento pero decidido. Ochenta y siete años son muchos pero la ilusión los vuelve ligeros como el viento. Desde hace una semana ya no es la misma. Mejor dicho, ha vuelto a ser la de antes. Aquella muchacha enérgica, cargada de ideales y dispuesta a gritar al mundo sus injusticias. La que también aprendió a callar para no levantar sospechas, para ocultar, para traicionar a su propia memoria. Aquella que hace tan poco permanecía dormida y gris en el fondo de su alma. Ahora ha despertado y no tiene miedo ni tiempo para tenerlo. Todos los días se acerca a la plaza. Allí se encuentra, quién se lo iba a decir después de tantos años, con la esperanza de un mundo mejor, con el ansia de justicia, con la solidaridad. Se ve reflejada en los rostros de chicos, chicas, niños, ancianos, hombres y mujeres unidos por la misma causa. Sus bizcochos son su humilde aportación. Aunque la emoción por el reencuentro es tanta que se le desborda por los ojos y siempre acaban empapados.
martes, 24 de mayo de 2011
FINALISTA "CUENTA 140" (La pasta de dientes)
Esta semana el señor Montero ha sido magnánimo conmigo y he hecho doblete en la final de Cuenta 140
El atraco (o una forma tonta de morir)
La pasta o la vida, me dijo. Y yo, que siempre fui un poco corta y en el bolso llevaba el dentífrico, no dudé en dárselo.
Los tiempos de mi abuelo
Cepillarse los dientes entonces era tan extravagante como no cepillarse a la parienta a pelo, aunque se tuvieran más hijos que muelas.
El atraco (o una forma tonta de morir)
La pasta o la vida, me dijo. Y yo, que siempre fui un poco corta y en el bolso llevaba el dentífrico, no dudé en dárselo.
Los tiempos de mi abuelo
Cepillarse los dientes entonces era tan extravagante como no cepillarse a la parienta a pelo, aunque se tuvieran más hijos que muelas.
lunes, 23 de mayo de 2011
Lo increíble de lo increíble es que fuera realidad...
Aunque ya he podido leer este microrrelato en la mayoría de los blogs de los asistentes a la macroquedada del 14-M, no me he podido resistir a publicarlo en mi blog. Y es que todavía perdura en mí la magia de aquel momento y es mi forma de conservarla un poquito más.
Como ya todos sabéis, esta criatura fue "parida" aquel día por la treintena de escritores que nos reunimos y el título lo puso el camarero, que allí hasta él tenía arte.
Lo increíble de lo increíble
"La madeja enredada con todo voló libremente sobre la montaña cuando fue hacia el lugar de la historia. Entonces sintió necesidad y quiso estornudar: ¡atchis! Desmelenada, rodó hasta el dinosaurio"
Me gustaría poder tener más tiempo y hacer una entrada en condiciones con vínculos a todos los blogs de los participantes y con crónicas detalladas de cada momento pero, creedme, no lo tengo.
Así que me tomo la libertad de pegaros el enlace de Puck que ha tenido la paciencia de recopilar en su entrada los enlaces (valga la redundancia) de las crónicas de otros microrrelatistas. Y, cómo no, os remito a la exposición virtual del gran día que está organizando Danik Lammá.
Besitos a todos y a todas.
Sara NY
lunes, 16 de mayo de 2011
Increíble pero cierto
Ayer tuve el enorme privilegio de asistir a un encuentro entrañable. Allí conocí a cuentistas de muy diversa índole pero de igual grandeza humana. Durante unas horas la magia inundó una céntrica librería de Madrid y se produjo una conjunción de ángeles. El relato de Kum* y su forma de contarlo me tocaron el alma. Y quiso el destino que después pudiera llevármelo como recuerdo de aquel instante. Aquí os lo dejo, junto con el mío. Ambos proceden del mismo universo, como le gusta decir a él, y sin quererlo se vinieron a encontrar.
Espantando palomas
Un vuelo de palomas anticipaba siempre su llegada.
Al percibirlo, él sonreía levemente y sentía un brinquito en el corazón. Luego, despacio, dejaba lo que estuviera haciendo y, simplemente, esperaba. Poco a poco se le llenaba la casa de palomas que se iban posando aquí y allá desbaratando alegremente el orden sereno que habitaba su hogar. Entonces, ella aparecía de la nada.
-Esta vez has tardado –decía él disfrazando de reproche su alegría.
-Estuve muy ocupada haciendo nada –contestaba siempre ella con una sonrisa radiante.
Después se miraban, se oteaban en silencio, como abrazándose con la mirada, y arrullados por un ulular de palomas, se acomodaban en ese espacio irreal al que pertenecían. Él le contaba su vida sencilla y, de vez en cuando, ella reía con una risa de ángel que espantaba a las palomas. Luego, hacían el amor con palabras, con sus alientos, con sus miradas,… como aprendieron a hacer cuando supieron que jamás podrían tocarse.
Sólo una vez le preguntó de dónde venía, si era un espectro, algún fantasma extraviado o simplemente un ser de otra dimensión. Ella cayó entonces en un prolongado silencio lleno de presagios y palabras inefables. Él no volvió a preguntar.
-Mi querido misterio leve… –solía susurrarle al oído.
Así se la pasaban, amándose y platicando, hasta que de pronto las palomas volvían a espantarse y, volando despavoridas, desaparecían por puertas y ventanas anunciando un adiós. Sin apenas tiempo de decir te amo, ella se evaporaba en el aire.
A veces, días después, él todavía encontraba palomas al abrir un cajón o una alacena, y sonreía de nuevo con el corazón contento. Entonces, abría el armario de sus secretos, sacaba las alas y les pasaba el cepillito acicalándolas suavemente, con dedicación. Las alas a las que renunció hacía ya tantos años para así poder vivir la vida como un hombre.
Kum*
Un ángel pasó
Apenas comenzó a crecer en el vientre materno un tenue sonido de campanillas empezó a oírse. Primero lo oyó él. En el silencio de la noche buscaba intrigado de dónde procedía el dichoso ruidito hasta que se dio cuenta de que venía de la barriga de ella. El sonido aumentaba cuando la madre comía chocolate o dulces. Y cuando se tumbaba al sol y dejaba que los rayos acariciasen su panza, ésta emitía unos suaves acordes cristalinos. Sin duda, era un bebé especial. “Nos traerá suerte, este niño es un ángel”, decía ella convencida. Él la miraba escéptico y aterrado al tiempo.
Llegó el día en que el bebé musical decidió salir al mundo. El padre primerizo y nervioso condujo aprisa hacia el hospital hasta que un coche en dirección contraria cambió el desenlace.
En la sala de espera, maltrecho y ansioso, aguardaba la sentencia. “Buenas noticias, su mujer se recuperará. Ha sido un milagro que…” Antes de que el médico pudiera terminar la frase un tenue pero claro sonido de campanillas inundó la estancia y poco a poco fue elevándose hasta perderse a través de una ventana.
martes, 3 de mayo de 2011
Nada
Cuando él terminó de hablar pensó: "No tengo nada que decir" y nada dijo. Creyó que aún así debía hacerlo así que buscó en lo más profundo de su alma. Nada. Buscó en los recuerdos grises de su memoria. Nada. Buscó entre las ruinas de su corazón helado. Nada. Incluso buscó en los ojos de él, ansiosos de una reacción. Tampoco encontró nada. De repente sintió un escalofrío. Se revolvió en la cama y se acurrucó bajo las mantas mientras él salía de la habitación con sus quince años de pareja resumidos en dos maletas.
martes, 19 de abril de 2011
El duende de la casa de fieras
Me gustaría poder colgar cosas más a menudo pero últimamente estoy muy liada. Prometo ponerme a la tarea en breve. De momento para abrir boca os dejo este cuentito que escribí para el Blog Mis fotos de Madrid, de Miguel Molina hace ya algún tiempo.
Espero que os guste. Yo me voy de vacaciones, así que hasta la semana que viene.
Besitos para todos.
EL DUENDE DE LA CASA DE FIERAS
Soy un duende enamorado de un hada adolescente... Vivo eternamente sentado sobre esta jaula que antaño guardaba a un león. Tengo una flauta mágica que nadie escucha y un gorro verde y puntiagudo a juego con mi jubón y mis calzas. Mis ojillos chispeantes parecen no posarse sobre ningún sitio en concreto mientras que una sonrisa burlona permanece impávida en mi cara.
Mi nombre... ¡qué importa mi nombre! No recuerdo cuando nací ni cuando llegué aquí. Hubo un tiempo en que no estaba tan solo. A mi alrededor había exóticos animales para los que yo actuaba cada noche y cada día atraía las mismas miradas curiosas que mi felino compañero. De ese tiempo ya casi no guardo recuerdo. Ahora solo estoy yo, permanente guardián de unas jaulas vacías. Pero desde hace un tiempo ya no soy el mismo, tengo un anhelo imposible: soy un duende enamorado de un hada. De todos es sabido que hadas y duendes son enemigos irreconciliables. Pero por más que intento explicarle que yo no soy así, ella no quiere escucharme.
Todas las mañanas la veo pasar. Camina despacio, casi siempre remoloneando con ojos soñolientos. Siempre va arrastrando un extraño objeto tras de sí, sus tesoros pienso yo. Y siempre parece aminorar el paso a mi altura y me mira de reojo. Estoy seguro de que me mira de reojo. Yo toco mi melodía para ella, sólo para ella y procuro dejar que vea mi sonrisa afable. Pero inmediatamente gira la cara y aprieta el paso hasta que desaparece tras el foso de los monos. Y aquí me quedo yo, sólo de nuevo, esperando que el día siguiente me traiga una nueva oportunidad de demostrarle mi amor incondicional.
La primera vez que la vi casi me caigo de lo alto de mi atalaya. No me podía explicar cómo esa pequeña hada me había hecho perder así la compostura. De repente estaba ahí parada contemplándome fijamente con sus ojos azules y su pelo claro y rizado. Se plantó delante de mí con su halo de dulzura y sin un atisbo del miedo que debería haberme demostrado. Creo que hasta casi me sonrió. Aunque intenté lanzarle mi mirada más maléfica, no pude.
De repente pareció perder el interés y siguió su camino. Me dejó con aquel desconcierto, que pronto se convirtió en un malestar extraño en mi pecho de piedra. Desde entonces, yo que soy amante de la noche por naturaleza, no veo el momento de que llegue el alba y con ella mi hada. Sin embargo, hasta ahora sólo he conseguido algunas miradas de reojo y su dolorosa indiferencia.
Cuanto más crece mi angustia por bajarme de mi altar, por tocarla y declararle mis locos sentimientos más parece ella rehuirme y más frías y distantes parecen sus miradas de soslayo. Desesperado, esta mañana he probado a sonreírle abiertamente. Lo único que he conseguido es que saliera corriendo. Estoy desolado, creo que no me quiere...
Paula llegó jadeante a la salida del Retiro. Se juró que a partir de ahora se levantaría más temprano. O eso o llegaría tarde a clase. Pero por mucho que acortara pasando por la Casa de Fieras no volvería a pasar delante de ese duende tan inquietante. Si hasta juraría que hoy la ha sonreído maliciosamente e incluso ha visto un brillo perverso en sus ojillos achinados.
Espero que os guste. Yo me voy de vacaciones, así que hasta la semana que viene.
Besitos para todos.
EL DUENDE DE LA CASA DE FIERAS
Mi nombre... ¡qué importa mi nombre! No recuerdo cuando nací ni cuando llegué aquí. Hubo un tiempo en que no estaba tan solo. A mi alrededor había exóticos animales para los que yo actuaba cada noche y cada día atraía las mismas miradas curiosas que mi felino compañero. De ese tiempo ya casi no guardo recuerdo. Ahora solo estoy yo, permanente guardián de unas jaulas vacías. Pero desde hace un tiempo ya no soy el mismo, tengo un anhelo imposible: soy un duende enamorado de un hada. De todos es sabido que hadas y duendes son enemigos irreconciliables. Pero por más que intento explicarle que yo no soy así, ella no quiere escucharme.
Todas las mañanas la veo pasar. Camina despacio, casi siempre remoloneando con ojos soñolientos. Siempre va arrastrando un extraño objeto tras de sí, sus tesoros pienso yo. Y siempre parece aminorar el paso a mi altura y me mira de reojo. Estoy seguro de que me mira de reojo. Yo toco mi melodía para ella, sólo para ella y procuro dejar que vea mi sonrisa afable. Pero inmediatamente gira la cara y aprieta el paso hasta que desaparece tras el foso de los monos. Y aquí me quedo yo, sólo de nuevo, esperando que el día siguiente me traiga una nueva oportunidad de demostrarle mi amor incondicional.
La primera vez que la vi casi me caigo de lo alto de mi atalaya. No me podía explicar cómo esa pequeña hada me había hecho perder así la compostura. De repente estaba ahí parada contemplándome fijamente con sus ojos azules y su pelo claro y rizado. Se plantó delante de mí con su halo de dulzura y sin un atisbo del miedo que debería haberme demostrado. Creo que hasta casi me sonrió. Aunque intenté lanzarle mi mirada más maléfica, no pude.
De repente pareció perder el interés y siguió su camino. Me dejó con aquel desconcierto, que pronto se convirtió en un malestar extraño en mi pecho de piedra. Desde entonces, yo que soy amante de la noche por naturaleza, no veo el momento de que llegue el alba y con ella mi hada. Sin embargo, hasta ahora sólo he conseguido algunas miradas de reojo y su dolorosa indiferencia.
Cuanto más crece mi angustia por bajarme de mi altar, por tocarla y declararle mis locos sentimientos más parece ella rehuirme y más frías y distantes parecen sus miradas de soslayo. Desesperado, esta mañana he probado a sonreírle abiertamente. Lo único que he conseguido es que saliera corriendo. Estoy desolado, creo que no me quiere...
Paula llegó jadeante a la salida del Retiro. Se juró que a partir de ahora se levantaría más temprano. O eso o llegaría tarde a clase. Pero por mucho que acortara pasando por la Casa de Fieras no volvería a pasar delante de ese duende tan inquietante. Si hasta juraría que hoy la ha sonreído maliciosamente e incluso ha visto un brillo perverso en sus ojillos achinados.
miércoles, 13 de abril de 2011
Recuerdos
La pradera donde corría de pequeño. El riachuelo donde chapoteaba en verano. Incluso el viejo ciruelo junto al paso a nivel. Todo seguía igual. Cuando subió a aquel tren apenas unas horas antes en Atocha jamás pensó que el viaje terminaría en su pasado. Se sorprendió de que aquel lugar aún existiera en los mapas ferroviarios cuando sin mucha convicción pidió el billete. Y sin embargo allí estaba, tal y como lo recordaba… Entonces volvió la vista y vio la casa del jefe de estación. Hueca, inerte, marchita. Regresó de golpe al presente contemplando las ruinas de su memoria infantil.
martes, 5 de abril de 2011
Felina (Finalista "CUENTA 140: La gata")
Desde que la gata se pasea todas las noches por mi almohada yo voy dejando un rastro de aspirantes a compartir mi cama.
viernes, 1 de abril de 2011
Insomnia
Por las paredes de mi cuarto corre un bichito azul. De vez en cuando se para, observa y desaparece tras la piedra ajada.
Mientras, en mi cabeza resuena una triste melodía, extraña, lejana…
El alba se apodera una vez más del rectángulo de mi ventana. Y la indefensa bombilla que cuelga insólita del techo se rinde a la luz tremenda. Una vez más.
“Mañana será otro día” dije anoche, sólo hace unas horas.
Ya es mañana...
Pero no es otro día.
domingo, 20 de marzo de 2011
Etérea
Abrí los ojos. Tenía una sensación extraña. No conseguía centrarme. Era como si estuviera borracha, todo me daba vueltas. Pero me sentía ligera como la brisa, suave como una pluma. Me miré las manos y eran translúcidas. Me miré el cuerpo y era humo. Era sólo esencia, sin forma, libre, etérea. Curiosamente me sentía feliz, tan feliz que daba vueltas sobre mí misma, como un remolino. De repente oí un ruido, como un gemido. Busqué con los ojos que ya no eran ojos el lugar de dónde procedía. Entonces me dí cuenta de que aún estaba en mi habitación. Sin embargo no estaba donde debería estar: flotaba en el techo. Desde allí ví algo que al principio no entendí. Él, mi amor, estaba sentado a los pies de la cama, la cabeza hundida entre las rodillas, las manos crispadas. Sollozaba y mascullaba algo ininteligible. Yo estaba tumbada, inmóvil, mi cara tapada por la almohada.
lunes, 14 de marzo de 2011
Parte meteorológico (Finalista "CUENTA 140: El termómetro")
Querida Elena:
Madrid arde en agosto. Me corren ríos por la piel.
Pero lo peor es el glaciar que se está formando a la altura del corazón...
sábado, 12 de marzo de 2011
El amor y las manzanas
Y dio otro bocado. Esta vez no le supo a nada. Seguiré probando, pensó, así que volvió a morder. De nuevo insípido, nada que ver con aquel primer mordisco tan jugoso, dulce y prometedor. Siguió intentándolo hasta que notó un regusto ácido que pronto se convirtió en amargo, áspero como si masticase colillas pisoteadas. Justo en ese momento la vista comenzó a aclarársele, dejo de ver borroso el amado rostro de Eva cuyos contornos se perfilaban ahora con nitidez. Mientras el desencanto se apoderaba de su corazón se le atragantó el último bocado de manzana. Sólo pensó en salir corriendo.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Autopsia
¿Por qué me mira así? Quite esa cara de idiota. Llevo cuarenta minutos diciéndoselo y usted como si nada. Erre que erre, bisturí en mano y cizallas, cortando carne, desgarrando músculo. No se empeñe, el diagnóstico es incorrecto. No fue infarto de miocardio. Lo que pasa es que perdí el corazón, o más bien se desintegró. ¡Ah! ¡Por fin se ha dado cuenta! ¿Tenía yo razón o no? Perdone que me sonría pero... ¡Oiga!, deje de agarrarse el pecho así y haga el favor de recomponerme que no quiero quedarme con las entrañas al aire.
Este micro fue presentado, sin éxito, en el concurso "Relatos en cadena" de la Cadena Ser.
lunes, 7 de marzo de 2011
La siesta (FINALISTA "CUENTA 140: La cigüeña")
De monaguillo recuerdo la liturgia de las siestas en el campanario con la Feli. Las cigüeñas, cortejándose arriba, acallaban los gemidos.
sábado, 5 de marzo de 2011
Calabazas
El día ha amanecido nublado. Laura tuerce el gesto. "Mala señal. No, quizá no tanto". Al fin y al cabo es 31 de octubre, esta noche es Halloween. Qué mejor que un día nublado, tenebroso y gris para ir ambientando la noche de muertos. Y ella será la vampiresa más bella. Aún no se cree cómo ha podido convencer a sus padres. "Que voy con Paloma y además va a estar la monitora de gimnasia. Sólo habrá coca-cola, nada de alcohol. Os lo prometo".
Ha terminado de arreglarse. Repasa la mochila: libros, cuadernos, maquillaje, el wonderbra que mangó en el Corte Inglés, tanguitas y una minifalda lista para sustituir a la monjil falda del uniforme. Mira el reloj. Cinco minutos. Siempre es puntual. Cuatro minutos. "Laura, baja ya que nos vamos". "Voy, un momento". Tres minutos. Dos. Uno. Por fin, Alberto aparece subiendo la cuesta de su calle. "Esta noche no te escapas". Se desabrocha varios botones de la blusa dejando entrever sus pequeños pechos como un recurso improvisado antes de hacerse la encontradiza. Un día más.
Cuando está a punto de regalarle su mejor sonrisa insinuante aparece corriendo detrás de él Paloma y le planta un beso en la boca delante de sus narices. Paloma la mira emocionada y le hace un gesto. "Luego te lo cuento". Él agacha la cabeza un poco avergonzado. De pronto abre la bolsa que lleva en la mano y saca una calabaza reluciente. "Que me la dio ayer la monitora, que dice que como se te dan tan bien las manualidades que la prepares tú para la fiesta". Mientras se gira de vuelta a su casa para dejarla ve por el rabillo del ojo como se dan la mano y siguen caminando acaramelados. Acaba de comprender el pleno significado de la frase “darte calabazas”.
martes, 1 de marzo de 2011
La niña sirena (FINALISTA DE "CUENTA 140: La caña")
De niños jugábamos a respirar bajo el agua. Tú querías ser pez y lo conseguiste. Aún sigo yendo al río con la esperanza de encontrarte.
domingo, 27 de febrero de 2011
Este relato quedó finalista en el 64 Certamen XVZ de Extravaganzia en enero de 2011. Desde aquí mi agradecimiento a todos los aficionados a la escritura que participamos en los concursos que Ana, desinteresadamente y con toda su buena voluntad organiza semanalmente.
Margarita es un producto de mi imaginación. Por desgracia, los hechos que relato no lo son. Simplemente quería aportar mi humilde homenaje a las protagonistas de este turbio episodio de la historia reciente.
lunes, 21 de febrero de 2011
Trasplante (FINALISTA DE "CUENTA 140: El bisturí")
viernes, 18 de febrero de 2011
La cama fría
Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Al principio intentaba llegar aunque sólo fuera para darle un beso antes de irse al trabajo. Luego me metía en la cama y dormía acurrucado en el hueco de su cuerpo, respirando su aroma. Con el tiempo, los besos se convirtieron en un saludo fugaz en el portal y al final, en un mensaje de móvil: “Ya estoy en casa”. De repente, esta mañana me he dado cuenta de que las sábanas ya no huelen más que a sudor y hace días que de su hueco no hay ni rastro…
martes, 15 de febrero de 2011
La niña que no quería dormir
Una vez alguien le dijo que los niños crecen mientras duermen. Todas las noches luchaba contra el sueño hasta caer rendida. La madre ya no sabía qué hacer. Le leía cuentos, le cantaba nanas, la acariciaba despacito y le mesaba el cabello. Le susurraba al oído tratando de convencerla. Pero ella no quería cerrar los ojos. Se pasaba el día esperando este momento y no quería que acabara. Además, intuía que si crecía, su mamá ya no le leería cuentos, ni le cantaría nanas, ni la acariciaría despacito ni le mesaría el cabello. Su papá es mayor y a él nunca se lo hace.
viernes, 11 de febrero de 2011
Como un gato mojado...
Llueve, hace frío y no hay ni un alma por la calle. Es un día oscuro y gris de invierno que no invita a sentirse especialmente feliz. Suerte que tengo un techo donde resguardarme, aunque por encima de mi cabeza pase el tráfico. No me importa, para mí es perfecto. Además, ayer encontré tirados junto al contenedor del papel unos periódicos pasados. Lo que para algunos es incívico para mí es una bendición. Los recogí como pude y conseguí meterlos dentro de mi humilde caja de cartón y ahora tengo un colchón blandito. No necesito mucho más. Bueno, comida, por supuesto, pero Angelines se ocupa de eso todos los días excepto cuando se va de vacaciones. Menos mal que no suele ocurrir muchas veces.
Hoy, como es Navidad, tengo de menú cordero asado y una cosa de color morado que no sé muy bien qué es, pero como soy agradecido pienso al menos probarla. Qué haría yo sin esta mujer, un ángel venido del cielo para mí.
Sin embargo esta mañana me he levantado con una sensación extraña en la boca del estómago, como un nudo que se empeña en no pasar por mucho que intentes tragar. No sé qué será… El caso es que oigo voces cantar desde las casas cercanas, y está lloviendo, y hace un frío que pela, y Angelines se acaba de ir dejándome el plato lleno, eso sí. La veo alejarse arrebujada en su abrigo de piel con su elegante paraguas mientras yo me hago un ovillo dentro de mi cajón lleno de goteras... Y me pregunto por qué Angelines no me lleva con ella.
lunes, 7 de febrero de 2011
Cría cuervos
"Aquí vinimos a descansar, deje la calceta Paquita, que nos vamos a quemar la retina…" la reprende condescendiente la enfermera. Deja el vasito con las pastillas cerca de la anciana mientras le retira amablemente las agujas de hacer punto. Ella se deja hacer pero en cuanto se aleja vuelve a cogerlas. “Descansa tú guapa, que yo no estoy cansada. Además tengo que acabar esta bufanda. Es para mi Manolín, que siempre coge frío en la garganta... Me va a oír. Hace más de un mes que no viene, desde que me trajo esos papeles. ¡Ah no!, pero la próxima vez no firmo nada y le pienso decir que esto no me gusta, que me vuelvo a mi casa”.
martes, 1 de febrero de 2011
Triste venganza
… Una semilla en esta tierra desolada (ilegible) sin esperanza (ilegible) ... morir conmigo…
El carcelero sostiene confuso el trozo de papel mientras observa el cuerpecillo de la muchacha. Está acurrucada en el rincón donde la encuentra cada noche. A su alrededor hay un charco de sangre, en su mano una ramita impregnada de la inusual tinta.
Arruga con rabia la nota mientras siente cómo la ira crece en su interior: acaba de descifrar la última frase.
... Tú me robaste la vida, yo me llevo un trozo de la tuya.
El carcelero sostiene confuso el trozo de papel mientras observa el cuerpecillo de la muchacha. Está acurrucada en el rincón donde la encuentra cada noche. A su alrededor hay un charco de sangre, en su mano una ramita impregnada de la inusual tinta.
Arruga con rabia la nota mientras siente cómo la ira crece en su interior: acaba de descifrar la última frase.
... Tú me robaste la vida, yo me llevo un trozo de la tuya.
martes, 25 de enero de 2011
Milagro
Sentado una vez más el escritor frente a su campo estéril observaba con desesperación cómo la tierra continuaba sin dar fruto. Donde antaño hubo fértiles viñedos de jugosos relatos breves e incluso frutales que producían los más hermosos cuentos, hoy no había nada, solo tierra dura y árida. Hubo incluso un jardín donde crecían poesías salvajes. Sin apenas cuidado ni abono, florecían exuberantes por doquier.
Con el corazón encogido por la angustia y la nostalgia, una lágrima resbaló por su mejilla y fue a caer en mitad de la hoja en blanco. Fue entonces cuando del cerco húmedo comenzó a brotar una tímida palabra. Casi sin darse cuenta apareció otra al lado y luego otra y otra allá un poco más lejos. La seca blancura se fue poblando de nuevo de pequeños ejércitos de hormigas negras que traían un regalo inesperado.
Con el corazón encogido por la angustia y la nostalgia, una lágrima resbaló por su mejilla y fue a caer en mitad de la hoja en blanco. Fue entonces cuando del cerco húmedo comenzó a brotar una tímida palabra. Casi sin darse cuenta apareció otra al lado y luego otra y otra allá un poco más lejos. La seca blancura se fue poblando de nuevo de pequeños ejércitos de hormigas negras que traían un regalo inesperado.
lunes, 24 de enero de 2011
Por qué escribo este blog
Los Reyes Magos este año me han traído un regalo inesperado. Me han traído un manojito de ilusión. Siempre me gustó escribir pero he perdido mucha práctica en esto de las letras. Los años y la rutina de la vida te van quitando tiempo y sobre todo ganas. Por eso cuando me encontré tamaño regalo el día de Reyes no lo pude despreciar. Fruto de esa ilusión nace este blog, en el que con las ganas reencontradas espero poder escribir y compartir con todo el que quiera mis escritos.
El nombre del blog alude a la belleza y al poder que tienen las palabras y por eso también a la necesidad de usarlas de manera justa y adecuada, más aún en el tipo de literatura que suelo escribir en el que la brevedad es la tónica.
Nos leemos.
Sara NY
El nombre del blog alude a la belleza y al poder que tienen las palabras y por eso también a la necesidad de usarlas de manera justa y adecuada, más aún en el tipo de literatura que suelo escribir en el que la brevedad es la tónica.
Nos leemos.
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