viernes, 19 de agosto de 2011

Demasiado tarde




Aquí vinimos a descansar, deje la costura Paquita, que nos vamos a quemar la retina… La enfermera deja el vasito con las pastillas cerca de la anciana mientras le retira amablemente las agujas de hacer punto. Ella se deja hacer pero en cuanto se aleja vuelve a cogerlas. “Descansa tú guapa, que yo no estoy cansada. Además tengo que acabar la bufanda para mi hijo. Me va a oír. Hace más de un mes que no viene, desde que me trajo esos papeles. ¡Ah no!, pero la próxima vez no firmo nada y le pienso decir que me vuelvo a mi casa”.

martes, 16 de agosto de 2011

Dos arrugas

Tenía dieciséis años cuando la guerra la pilló en Madrid. Cuando sonaban las sirenas se escondía junto a la familia para la que trabajaba en el hueco de la escalera. Más de una vez oyó caer los obuses cerca pero nunca tuvo miedo. La inocencia o la soberbia de la juventud la protegían del terror. La comida comenzaba a escasear. Y un día se llevaron a uno de los señoritos en plena noche. Para unas preguntas, dijeron. Nunca volvió. Ella tampoco preguntó. Pero cuando recibió la carta de su madre diciéndole que su hermano había muerto en el frente envejeció de golpe. Me dijo que ese día en su frente aparecieron dos arrugas. Esas que a mí tanto me gusta acariciar.



* Microrrelato presentado al concurso de la Cadena Ser "Memorias de una guerra"

jueves, 4 de agosto de 2011

Pequeñas preguntas



–¿Y ésta es la famosa espada que todo lo logra? – dijo la pequeña duendecilla mirando incrédula el trozo de metal incrustado en la piedra.

–Sí – dijo ufano el gnomo –, seguro. El hombre que consiga sacarla lo tendrá todo: será rey de un imperio, tendrá a sus pies pueblos enteros que le rendirán homenaje, mujeres que le adorarán. Será un triunfador y ...

–No sé, no sé... ¿Y será feliz?