Todos los días les lleva bizcochos. Su exigua paga no le da para más. Viene con su caminar lento pero decidido. Ochenta y siete años son muchos pero la ilusión los vuelve ligeros como el viento. Desde hace una semana ya no es la misma. Mejor dicho, ha vuelto a ser la de antes. Aquella muchacha enérgica, cargada de ideales y dispuesta a gritar al mundo sus injusticias. La que también aprendió a callar para no levantar sospechas, para ocultar, para traicionar a su propia memoria. Aquella que hace tan poco permanecía dormida y gris en el fondo de su alma. Ahora ha despertado y no tiene miedo ni tiempo para tenerlo. Todos los días se acerca a la plaza. Allí se encuentra, quién se lo iba a decir después de tantos años, con la esperanza de un mundo mejor, con el ansia de justicia, con la solidaridad. Se ve reflejada en los rostros de chicos, chicas, niños, ancianos, hombres y mujeres unidos por la misma causa. Sus bizcochos son su humilde aportación. Aunque la emoción por el reencuentro es tanta que se le desborda por los ojos y siempre acaban empapados.
viernes, 27 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
FINALISTA "CUENTA 140" (La pasta de dientes)
Esta semana el señor Montero ha sido magnánimo conmigo y he hecho doblete en la final de Cuenta 140
El atraco (o una forma tonta de morir)
La pasta o la vida, me dijo. Y yo, que siempre fui un poco corta y en el bolso llevaba el dentífrico, no dudé en dárselo.
Los tiempos de mi abuelo
Cepillarse los dientes entonces era tan extravagante como no cepillarse a la parienta a pelo, aunque se tuvieran más hijos que muelas.
El atraco (o una forma tonta de morir)
La pasta o la vida, me dijo. Y yo, que siempre fui un poco corta y en el bolso llevaba el dentífrico, no dudé en dárselo.
Los tiempos de mi abuelo
Cepillarse los dientes entonces era tan extravagante como no cepillarse a la parienta a pelo, aunque se tuvieran más hijos que muelas.
lunes, 23 de mayo de 2011
Lo increíble de lo increíble es que fuera realidad...
Aunque ya he podido leer este microrrelato en la mayoría de los blogs de los asistentes a la macroquedada del 14-M, no me he podido resistir a publicarlo en mi blog. Y es que todavía perdura en mí la magia de aquel momento y es mi forma de conservarla un poquito más.
Como ya todos sabéis, esta criatura fue "parida" aquel día por la treintena de escritores que nos reunimos y el título lo puso el camarero, que allí hasta él tenía arte.
Lo increíble de lo increíble
"La madeja enredada con todo voló libremente sobre la montaña cuando fue hacia el lugar de la historia. Entonces sintió necesidad y quiso estornudar: ¡atchis! Desmelenada, rodó hasta el dinosaurio"
Me gustaría poder tener más tiempo y hacer una entrada en condiciones con vínculos a todos los blogs de los participantes y con crónicas detalladas de cada momento pero, creedme, no lo tengo.
Así que me tomo la libertad de pegaros el enlace de Puck que ha tenido la paciencia de recopilar en su entrada los enlaces (valga la redundancia) de las crónicas de otros microrrelatistas. Y, cómo no, os remito a la exposición virtual del gran día que está organizando Danik Lammá.
Besitos a todos y a todas.
Sara NY
lunes, 16 de mayo de 2011
Increíble pero cierto
Ayer tuve el enorme privilegio de asistir a un encuentro entrañable. Allí conocí a cuentistas de muy diversa índole pero de igual grandeza humana. Durante unas horas la magia inundó una céntrica librería de Madrid y se produjo una conjunción de ángeles. El relato de Kum* y su forma de contarlo me tocaron el alma. Y quiso el destino que después pudiera llevármelo como recuerdo de aquel instante. Aquí os lo dejo, junto con el mío. Ambos proceden del mismo universo, como le gusta decir a él, y sin quererlo se vinieron a encontrar.
Espantando palomas
Un vuelo de palomas anticipaba siempre su llegada.
Al percibirlo, él sonreía levemente y sentía un brinquito en el corazón. Luego, despacio, dejaba lo que estuviera haciendo y, simplemente, esperaba. Poco a poco se le llenaba la casa de palomas que se iban posando aquí y allá desbaratando alegremente el orden sereno que habitaba su hogar. Entonces, ella aparecía de la nada.
-Esta vez has tardado –decía él disfrazando de reproche su alegría.
-Estuve muy ocupada haciendo nada –contestaba siempre ella con una sonrisa radiante.
Después se miraban, se oteaban en silencio, como abrazándose con la mirada, y arrullados por un ulular de palomas, se acomodaban en ese espacio irreal al que pertenecían. Él le contaba su vida sencilla y, de vez en cuando, ella reía con una risa de ángel que espantaba a las palomas. Luego, hacían el amor con palabras, con sus alientos, con sus miradas,… como aprendieron a hacer cuando supieron que jamás podrían tocarse.
Sólo una vez le preguntó de dónde venía, si era un espectro, algún fantasma extraviado o simplemente un ser de otra dimensión. Ella cayó entonces en un prolongado silencio lleno de presagios y palabras inefables. Él no volvió a preguntar.
-Mi querido misterio leve… –solía susurrarle al oído.
Así se la pasaban, amándose y platicando, hasta que de pronto las palomas volvían a espantarse y, volando despavoridas, desaparecían por puertas y ventanas anunciando un adiós. Sin apenas tiempo de decir te amo, ella se evaporaba en el aire.
A veces, días después, él todavía encontraba palomas al abrir un cajón o una alacena, y sonreía de nuevo con el corazón contento. Entonces, abría el armario de sus secretos, sacaba las alas y les pasaba el cepillito acicalándolas suavemente, con dedicación. Las alas a las que renunció hacía ya tantos años para así poder vivir la vida como un hombre.
Kum*
Un ángel pasó
Apenas comenzó a crecer en el vientre materno un tenue sonido de campanillas empezó a oírse. Primero lo oyó él. En el silencio de la noche buscaba intrigado de dónde procedía el dichoso ruidito hasta que se dio cuenta de que venía de la barriga de ella. El sonido aumentaba cuando la madre comía chocolate o dulces. Y cuando se tumbaba al sol y dejaba que los rayos acariciasen su panza, ésta emitía unos suaves acordes cristalinos. Sin duda, era un bebé especial. “Nos traerá suerte, este niño es un ángel”, decía ella convencida. Él la miraba escéptico y aterrado al tiempo.
Llegó el día en que el bebé musical decidió salir al mundo. El padre primerizo y nervioso condujo aprisa hacia el hospital hasta que un coche en dirección contraria cambió el desenlace.
En la sala de espera, maltrecho y ansioso, aguardaba la sentencia. “Buenas noticias, su mujer se recuperará. Ha sido un milagro que…” Antes de que el médico pudiera terminar la frase un tenue pero claro sonido de campanillas inundó la estancia y poco a poco fue elevándose hasta perderse a través de una ventana.
martes, 3 de mayo de 2011
Nada
Cuando él terminó de hablar pensó: "No tengo nada que decir" y nada dijo. Creyó que aún así debía hacerlo así que buscó en lo más profundo de su alma. Nada. Buscó en los recuerdos grises de su memoria. Nada. Buscó entre las ruinas de su corazón helado. Nada. Incluso buscó en los ojos de él, ansiosos de una reacción. Tampoco encontró nada. De repente sintió un escalofrío. Se revolvió en la cama y se acurrucó bajo las mantas mientras él salía de la habitación con sus quince años de pareja resumidos en dos maletas.
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