Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado se despertaba en ella una mezcla de admiración y rechazo. Pero, como mujer pragmática que era, lo primero que hizo fue llamar a la inmobiliaria y paralizar la compra del chalet de la sierra (que, la verdad, a ella nunca le hizo ilusión). Luego, contratar una buena póliza de vida para su marido. Lo más difícil sería hablar con sus hijos cuando llegara el momento. No se lo tomarían bien, le querían mucho…
Pobre tonto de conciencia inoportuna. ¿Es que no sabía que los tratos con el diablo jamás se incumplen?