Subir de nuevo a la
habitación fue un error. Hasta entonces, su mundo estaba en orden. La casa
recogida, la ropa en la lavadora, la comida en el fuego. Todo bien mamá, vete y
déjame estudiar, que estoy muy liado. Pero algo no estaba en su sitio y ella
lo percibía. Por eso, cuando de nuevo abrió la puerta y vio a su hijo con los
pantalones bajados frente a la pantalla del ordenador y ésta
devolviendo una imagen similar aunque de la cara opuesta, cerró la puerta en
silencio y bajó las escaleras para darle otro repasito de lejía al baño.
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