lunes, 23 de enero de 2012

El dolor del amor


Cómo le dolía escribir. Hacía tanto tiempo que no entregaba sus sentimientos al papel. Dolía tener que pensarlos, darles cuerpo, moldearlos en forma de palabras.

 No sabía cómo llamarle para referirse a él. Tenía nombre pero aún no era suyo como para que sus labios pudieran pronunciarlo. Le daba miedo escribir nada, pero ahí estaba, sentada junto a aquel aparato infernal del que tantas veces dependía la felicidad. Sabía que hoy no sonaría; en realidad dudaba de que alguna vez volviera a sonar con su llamada. Se terminó antes de empezar.

 Casi lo prefería, antes de que se conocieran lo suficiente para ver sus defectos, antes de que todo dejara de ser de color rosa. Era más bonito el recuerdo si no se empañaba con el hastío de verse las caras todos los días.

Aun así, le dolía. Pensaba que ya podía dolerle nada. ¡Qué ignorante era!, había pasado esos días creyendo que no le echaría de menos cuando todo acabase.

 Pero dolía; dolía más de lo que pensaba y bajo ese dolor concreto se escondía otro indefinido… El de saber que pronto se perderían el uno en la memoria del otro, para siempre.

2 comentarios:

Kum* dijo...

Me va a perdonar usted, pero yo sigo con mi cantinela. El amor no duele. Si duele no es amor, es otra cosa.

Besos payasos, Eva,... digo Sara.

chus dijo...

Es de acerdo, el amor no dele y se pede perder tiempo de amar por el por-si. un abrazo