viernes, 23 de diciembre de 2011

La otra cara del invierno


Hoy no hay mucha gente por la calle. Claro, con este frío. Menos mal que el quiosquero de la esquina me ha dado estos cartones tan buenos. Entre eso y el par de mantas gordas que me dieron el otro día creo que podré aguantar bien. ¡Que sí, cómo no voy a aguantar si yo he estado a 20 bajo cero allá en mi país!... El caso es que hoy tengo frío... Bueno, será normal, ya no soy tan joven y además ya me había acostumbrado a los inviernos suaves de Madrid. Y de repente este año le da por hacer un frío de la hostia.

El caso es que yo debería aguantarlo bien, pero hoy... Será que ya llevo varios días aquí sin moverme de mi cajero. Pero es que no tengo ganas de andar por ahí. Hace mucho frío. Y además he visto a un tío nuevo que no hace más que merodear para levantarme el sitio al primer descuido. Así que no pienso moverme. Menos mal que Mariluz me trajo ayer un par de cartones de vino. Es buena gente esta tía, la pobre. No sé porqué estará en la calle, si parece guapa y educada. Bueno, a veces se le va un poco la olla, creo que no está bien del todo. Vete a saber.

Voy a echar un trago de vino a ver si entro un poco en calor. Lo que daría por una buena botella de vodka, eso si que te hace entrar en calor y no esta mierda de agua sucia que te venden por vino. En fin, es lo que hay... ¡Vaya, si juraría que ha caído un copo de nieve!... No puede ser. Sí, si puede ser. ¡Cómo cae! Yo creía que en España no nevaba... No siento la mandíbula. Los dedos hace días que no los siento del todo... ¡Joder, qué frío!. Como esto siga así me voy a congelar.

Qué perra es la vida, tiene cojones, dar tantos tumbos por el mundo para morir de frío en el país del sol. Mira, socio, te digo una cosa, cómo pasen otra vez los polis y me digan que me vaya al albergue me voy. Hoy si que me voy, y mira que me jode, ¿eh? Que yo siempre he sido un tío duro y además no soporto que nadie me diga lo que tengo que hacer, ni dónde tengo que dormir, ni qué tengo que comer. Pero hoy me duelen tanto los dedos... Podría irme al metro. Pero no, está muy lejos y no tengo ganas de moverme... Además, seguro que está lleno de gente y no quiero hablar con nadie. Hoy no.

Pero ¡qué van a pasar los polis!. ¡Qué va a pasar nadie por aquí ya con lo que está cayendo!... Ya deben ser las ocho porque la vieja de la floristería se acaba de ir. Hoy ni siquiera ha salido a echarles la bronca al par de chicas que se han parado en la puerta a tocar sus putas plantas. Debía tener frío la vieja y pocas ganas de salir a ponerse a gritar como una loca bajo la nevada. En fin. Voy a echar otro trago de vino, que me está entrando sueño a ver si me entona y me duermo y pasa pronto esta noche de perros.

Y pensar que yo he pasado los inviernos a veinte bajo cero... Será que me hago viejo, será que me he acostumbrado al calor de Madrid. A ver si pasan los polis y me dicen que me vaya. Y llaman a una ambulancia y me llevan porque yo ya no puedo moverme. No tengo ganas... Vaya! Vienen dos niñatos con ganas de juerga. Pues bueno, pues si quieren que me den. Creo que hoy ya no siento nada. Voy a echar un trago. Bueno, ya se van, con este frío se irán a su casa los cabrones, claro. Aquí van a estar perdiendo el tiempo con una mierda de mendigo.

Tengo mucho sueño. Voy a echar una cabezada que ya se me está pasando el frío. Ya me encuentro mejor, qué sueño más dulce me está entrando. Hacía tantos años que no dormía tan bien. Sí, ahora lo recuerdo, desde que era un niño y mi madre me cantaba nanas mientras yo me quedaba dormido, acurrucado en mi cama caliente bajo el peso de las mantas suaves y blandas. Y mi madre canta y yo me duermo y me acurruco más bajo mis mantas y al fin siento su beso cálido y dulce en mi frente de niño inocente.

1 comentario:

Elysa dijo...

Muy duro y muy triste porque es real, desgraciadamente real.

Lo has contado muy bien.

Besitos