miércoles, 21 de junio de 2017

El bosque perdido





João está sentado en el patio de su casa. Mira sin apenas ver cómo arde el monte, cada vez más cerca.  Un humo denso cubre el cielo y llenándolo todo de olor a quemado.  Su hija María le coge la mano. No se irán a ninguna parte.  Si el destino quiere que acaben carbonizados entre las paredes de su casa, así será.  Intenta al menos que João no se asfixie, le moja la cara y le afloja la camisa para aliviar el calor sofocante. A su lado tienen el pozo aunque está casi seco:  apenas medio metro de agua en el fondo.  Vano consuelo, porque ella sabe tan bien como él que será imposible bajar hasta allí con un viejo de ochenta y cinco años cargado a cuestas.
A João le lloran los ojos por el humo que le rodea, pero también le lloran desde dentro. Desde sus recuerdos infantiles, cuando podía ver con claridad los alcornoques y robles que aún crecían al pie de su aldea.  Joao aprieta con fuerza los párpados, se concentra y consigue tumbarse entre la maleza. Con los ojos cerrados vuelve a escuchar el canto de los  “carrapitos”, los carboneros y los herrerillos alborotando alegres entre olmos, abedules y  fresnos. Casi olvida la sonrisa de su nieto anunciando que le contrataban en la fábrica de papel y el silencio de sepulcro que trajeron los malditos eucaliptos. Esos árboles cuyo único visitante es el fuego,  puntual cada verano con su canto horrendo de llamas chasqueando.  

jueves, 28 de abril de 2016

Luz de ángel

Luz de ángel


En tus ojos brilla un sol frío de invierno, como el mes en que naciste.
Sé que en ti vive un alma ansiosa de calor a cada instante.
Tu besos buscan mi piel para absorber el amor que necesitas para respirar
y aunque a menudo tus brazos estén vacíos, como yertos, yo sé 
que  siempre esperan,
que siempre están  dispuestos al abrazo de la madre que no juzga,
de la madre que simplemente ama.

Hija,
así te llamé nada más nacer. Así te llamo cada día y cada día mi alma estalla en mil pedazos cada vez que pronuncio esa palabra. 
Tan simple y a la vez tan complicada.
Eres mi luz de ángel porque a veces siento que no eres de este mundo. 
Que eres un regalo que nunca sabré apreciar en toda su magnitud.
Libre como el aire, así eres tú. Una pieza imposible de encajar en ningún sitio.  
Y sin embargo,
tan suave,
tan dulce
...y tan pura.

A veces protestas porque no entiendes el mundo.  
El mundo es así, yo te digo, tienes que asumirlo.  
Pero ¿sabes una cosa? No tengo razón.
No lo asumas.  Lucha, no te rindas nunca. 
Porque llevas en ti una luz que pocos pueden ver 
con claridad.
Pero si alguien se detiene a observar, 
será tocado por el milagro de un 
destello de sabiduría.








martes, 23 de febrero de 2016

Pactos peligrosos



Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado se despertaba en ella una mezcla de admiración y rechazo. Pero, como mujer pragmática que era, lo primero que hizo fue llamar a la inmobiliaria y paralizar la compra del chalet de la sierra (que, la verdad, a ella nunca le hizo ilusión).  Luego, contratar una buena póliza de vida para su marido. Lo más difícil sería hablar con sus hijos cuando llegara el momento. No se lo tomarían bien, le querían mucho…  
Pobre tonto de conciencia inoportuna. ¿Es que no sabía que los tratos con el diablo jamás se incumplen?

lunes, 1 de febrero de 2016

Orden y limpieza


Subir de nuevo a la habitación fue un error. Hasta entonces, su mundo estaba en orden. La casa recogida, la ropa en la lavadora, la comida en el fuego. Todo bien mamá, vete y déjame estudiar, que estoy muy liado.  Pero algo no estaba en su sitio y ella lo percibía. Por eso, cuando de nuevo abrió la puerta y vio a su hijo con los pantalones bajados  frente a la pantalla del ordenador y ésta devolviendo una imagen similar aunque de la cara opuesta, cerró la puerta en silencio y bajó las escaleras para darle otro repasito de lejía al baño. 

martes, 21 de mayo de 2013

Comptine d'une autre été (III Macroquedada de Microrrelatistas: mi relato)


Como todos ya sabéis por lo pelmas que solemos ser los microrrelatistas, el pasado sábado 18 de mayo se celebró la III Quedada de Microrrelatistas. El género será micro pero la quedada fue macro pues nos reunimos tropecientos. Aparte de la emoción de asistir a la presentación de "De antología", de la que formo parte como una de los sesenta y nueve autores, fue un enorme placer reencontrarme con tantas caras conocidas  y un gusto poner rostro a todos los demás nombres. 
En esta ocasión fallé a la hora de traer el micro tuneado. No voy a poner excusas baratas de falta de tiempo de madre trabajadora, agotada y sobrepasada. De hecho, lo intenté pero no llegué a la parte del tuneo. Me quedé sólo con el texto que aún así, quiero regalar a todos los que estuvieron allí y a los que no estuvieron, si les gusta. Es éste:

Comptine d'une autre été
(inspirada en la pieza homónima de Yann Tiersen)




Era una mujer pequeña, de rostro anodino, ni guapa ni fea, ni vieja ni joven. Vivía sola en una casa diminuta de un barrio solitario. Cada mañana se levantaba y acudía puntual al trabajo. Cuando regresaba cerraba la puerta tras de sí, aliviada, y dejaba caer la mirada en el rincón donde se apolillaba un viejo piano, herencia de quién sabe qué antepasado. Se acercaba y deslizaba los dedos sobre las teclas de un extremo al otro en un torpe y tímido glissando. Y durante los escasos segundos que el sonido flotaba en el aire su cara era bonita, su cuerpo flexible y parecía que unas alas le quisieran nacer de la espalda.
Un día se sentó en el taburete y pulsó varias notas al azar. En otra ocasión se atrevió a tocar una escala completa. Compró varios manuales que se aprendió de memoria. Luego algunas partituras.
Cuando por la tarde regresaba, siempre un minuto antes, se desnudaba, se soltaba el pelo y dejaba que sus dedos acariciasen las teclas. Se envolvía en las notas cálidas que llenaban la habitación mientras sus alas iban creciendo.
Era una mujer pequeña, de rostro anodino, ni guapa ni fea, ni vieja ni joven, que se fue una tarde de verano. Así es como la describen los pocos que la recuerdan.


viernes, 12 de abril de 2013

Golpes


Niña triste, de Carlos Sáenz de Tejada

Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se las presentaban les concedía el privilegio de ser intocables. A los demás El Cates les repartía hostias o mofas, según el día. Como matón profesional, le gustaba rodearse de caras bonitas y memos que le rieran las gracias.
Yo no solía reír. Y mi hermanita ya nunca iba a volver. Así que cada tarde, al regresar de clase entraba a escondidas en su habitación, me abrazaba a sus peluches huérfanos y pensaba en ella mientras me frotaba los moratones. 


(Relato no seleccionado en el concurso "Relatos en cadena")

jueves, 20 de diciembre de 2012

Para "Un cuento antes del fin del mundo"


Si el viento aullador de las noches
de invierno te conociera…
Si la luna llena de estío
supiera tu recóndito paradero…
Sólo a ellos les pediría un deseo,
una ardiente petición:
que me abrases con tu fuego.

Esta es mi particular aportación para el evento "Un cuento antes del fin del mundo"

martes, 18 de septiembre de 2012

Sincronía (Cuenta 140)

Sincronía 

"Estaban tan acostumbrados a latir juntos que el día que se paró el corazón del abuelo, al poco el de la abuela se desajustó sin remedio"


Microrrelato presentado, pero no seleccionado, al concurso semanal "Cuenta 140" (Tema: El amor)

lunes, 10 de septiembre de 2012

El plato frío (Finalista Cuenta 140 "La Venganza")



"Soltó la cuchara y se desplomó. Ella miraba la escena, satisfecha. El mantel estaba impoluto, las flores, frescas y el plato, frío" 

(Finalista en Cuenta 140. Tema: La venganza)

lunes, 3 de septiembre de 2012

Versos azules para almas incoloras (X)


Una lágrima salada que, inadvertida,
recorre mis mejillas.
Un suspiro ahogado
por la insensibilidad.
Un alma inmóvil, sola que yace
bajo un torreón de oscuridad.
A veces llegan a mis oídos sonidos nuevos,
cantos de niños y un lejano eco
que trae reminiscencias conocidas.
A veces, sólo a veces, siento
una voz antigua y vana
que pulula en mi interior;
un amargo sabor de antaño
que evoca recuerdos gastados,
imágenes descoloridas.
Una soledad inmensa que devasta
corazones a su paso.
Y una palabra que mi boca
no se atreve a pronunciar.
A veces, sólo a veces,
siento que mi alma va a estallar…
que ya no tengo alma.