Desde que aquella chica le ofreció esa manzana en el súper no había comido tanta fruta en su vida. Se había quedado parado frente al expositor hipnotizado por el rojo brillante. “Pruébala”, le dijo al tiempo que sonreía amablamente, “son de calidad superior y además están de oferta”. Así que todos los días a la hora del desayuno se escapaba el tiempo justo de ir a comprar “su” manzana y ver a “su” dulce Eva. Cambió sin darse cuenta su dosis diaria de cafeína y aburrimiento por una de antioxidantes naturales e ilusión. Pero un día acudió a su cita con su frutera favorita y en su lugar se encontró un chico gordo y con granos. Tenía aspecto de comer muchos bollos y poca fruta. Las manzanas ya no estaban de oferta. Al día siguiente volvió a su café.
5 comentarios:
¡Vaya, qué desilusión más grande!
¡Un besín!
Mientras leía pensaba:... ¿una versión de Blancanieves? ¿una versión de Adán y Eva?... de modo que, cuando llegué al final, bueno, un poco antes, cuando leí "granos" también quise largarme de allí, como el protagonista.
Un beso.
Menudo chasco!!!
Saludos Sara!
Un gordo con granos lo expulsó del paraíso, qué triste...
Muchas gracias a todos cuatro por vuestros comentarios.
Y besotes fuertes pa todos.
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