Todos los días les lleva bizcochos. Su exigua paga no le da para más. Viene con su caminar lento pero decidido. Ochenta y siete años son muchos pero la ilusión los vuelve ligeros como el viento. Desde hace una semana ya no es la misma. Mejor dicho, ha vuelto a ser la de antes. Aquella muchacha enérgica, cargada de ideales y dispuesta a gritar al mundo sus injusticias. La que también aprendió a callar para no levantar sospechas, para ocultar, para traicionar a su propia memoria. Aquella que hace tan poco permanecía dormida y gris en el fondo de su alma. Ahora ha despertado y no tiene miedo ni tiempo para tenerlo. Todos los días se acerca a la plaza. Allí se encuentra, quién se lo iba a decir después de tantos años, con la esperanza de un mundo mejor, con el ansia de justicia, con la solidaridad. Se ve reflejada en los rostros de chicos, chicas, niños, ancianos, hombres y mujeres unidos por la misma causa. Sus bizcochos son su humilde aportación. Aunque la emoción por el reencuentro es tanta que se le desborda por los ojos y siempre acaban empapados.
7 comentarios:
Bizcochos para sol, es relamente precioso. ME gustaría conocer a esta abuelita de gran corazón.
Muy bonito Sara, realmente es una visión grata.
Un abrazo!!
Precioso Sara, los bizcochos caseros nos hacen pensar en premios enormes, como cuando éramos niños, muy acertado para la ocasión.
Besos
Nada mejor para sentirse bien como comer unos bizcochos recién hechos rodeados de amigos.
Hermoso y necesario.
Mis felicitaciones por haber escrito esto,
PABLO GONZ
Cada aportación contribuye al cambio. Para muestra esos bizcochos cargados de solidaridad y protesta. Abrazos.
PURI, SUCEDE, ROCÍO, LUISA, PABLO, PEDRO:
A todos miles de gracias por el detalle de deteneros a leerme y sobre todo a dejarme una huella de vuestro paso por aquí.
Mis disculpas por no haberoslo agradecido antes. Llevo una temporada de bajón. Pero espero retomarlo en breve. Os pongo un nano para abrir boca.
Besitos fuertes a todos
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