Cuando mi olvidado nombre suene
perdido en los eternos vaivenes de la vida;
cuando mi gastado cuerpo se consuma
en la noche inmensa del tiempo…
No lloréis por mí.
Mi esencia vagará por fin, libre de cadenas,
por el ancho campo de la infinitud.
Y podré perderme para siempre
jugando en un jardín de flores transparentes.