Son las doce horas, un minuto y quince segundos. La mesa está hecha un desastre, el champán por el suelo, cristales y cubiertos esparcidos. Y una pasta pegada en la alfombra mezcla de uvas y polvorones pisoteados. Ni cuando estaban los cuatro niños hubo tanto destrozo. Sus manos se aferran al palo de la fregona, único mástil en aquel naufragio. Él la mira con ojos vacíos desde el sofá, la cara azul y un hilo de baba dulce resbalándole por la comisura. Inmóvil, por lo demás. Como siempre.
3 comentarios:
Qué duro Sara, y que bonito a la vez. ¿Lo enviaste? Fue una buena propuesta.
Un besito.
Sara, a mí me parece una escena propia de la vuelta a la juventud dorada. En el que los juegos del amor y el descontrol regresan, aunque claro, se olvidan que la edad es la edad. Me gustó ese juego con el naufragio presente y los elementos de la habitación.
Muy bueno.
Un abrazo.
Naufragio es un buen título, me gusta. El micro tiene el poder de recordarnos que hay que aprovechar los mmomentos actuales. Vengo desde vuestra "quedada madrileña" y voy andando por los que no conocía.
Me quedo por aquí, si no te importa, ¿vale?.
Un abrazo des demispalabrasylasvuestras.
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