domingo, 27 de febrero de 2011


Este relato quedó finalista en el 64 Certamen XVZ de Extravaganzia en enero de 2011. Desde aquí mi agradecimiento a todos los aficionados a la escritura que participamos en los concursos que Ana, desinteresadamente y con toda su buena voluntad organiza semanalmente.

Margarita es un producto de mi imaginación. Por desgracia, los hechos que relato no lo son. Simplemente quería aportar mi humilde homenaje a las protagonistas de este turbio episodio de la historia reciente. 

lunes, 21 de febrero de 2011

Trasplante (FINALISTA DE "CUENTA 140: El bisturí")




Bisturí en mano, fue cortando materia gris hasta que llegó al nubarrón, lo extrajo y en su lugar colocó el sol radiante.



viernes, 18 de febrero de 2011

La cama fría


Desde que tengo turno de noche apenas coincidimos en casa. Al principio intentaba llegar aunque sólo fuera para darle un beso antes de irse al trabajo. Luego me metía en la cama y dormía acurrucado en el hueco de su cuerpo, respirando su aroma. Con el tiempo, los besos se convirtieron en un saludo fugaz en el portal y al final, en un mensaje de móvil: “Ya estoy en casa”. De repente, esta mañana me he dado cuenta de que las sábanas ya no huelen más que a sudor y hace días que de su hueco no hay ni rastro…

martes, 15 de febrero de 2011

La niña que no quería dormir

Una vez alguien le dijo que los niños crecen mientras duermen. Todas las noches luchaba contra el sueño hasta caer rendida. La madre ya no sabía qué hacer. Le leía cuentos, le cantaba nanas, la acariciaba despacito y le mesaba el cabello. Le susurraba al oído tratando de convencerla. Pero ella no quería cerrar los ojos. Se pasaba el día esperando este momento y no quería que acabara. Además, intuía que si crecía, su mamá ya no le leería cuentos, ni le cantaría nanas, ni la acariciaría despacito ni le mesaría el cabello. Su papá es mayor y a él nunca se lo hace.

viernes, 11 de febrero de 2011

Como un gato mojado...

Llueve, hace frío y no hay ni un alma por la calle. Es un día oscuro y gris de invierno que no invita a sentirse especialmente feliz. Suerte que tengo un techo donde resguardarme, aunque por encima de mi cabeza pase el tráfico. No me importa, para mí es perfecto. Además, ayer encontré tirados junto al contenedor del papel unos periódicos pasados. Lo que para algunos es incívico para mí es una bendición. Los recogí como pude y conseguí meterlos dentro de mi humilde caja de cartón  y ahora tengo un colchón blandito. No necesito mucho más. Bueno, comida, por supuesto, pero Angelines se ocupa de eso todos los días excepto cuando se va de vacaciones. Menos mal que no suele ocurrir muchas veces.  

Hoy, como es Navidad, tengo de menú cordero asado y una cosa de color morado que no sé muy bien qué es, pero como soy agradecido pienso al menos probarla. Qué haría yo sin esta mujer, un ángel venido del cielo para mí.
Sin embargo esta mañana me he levantado con una sensación extraña en la boca del estómago, como un nudo que se empeña en no pasar por mucho que intentes tragar. No sé qué será… El caso es que oigo voces cantar desde las casas cercanas,  y está lloviendo, y hace un frío que pela, y Angelines se acaba de ir dejándome el plato lleno, eso sí. La veo alejarse arrebujada en su abrigo de piel con su elegante paraguas mientras yo me hago un ovillo dentro de mi cajón lleno de goteras...  Y me pregunto por qué Angelines no me lleva con ella.


lunes, 7 de febrero de 2011

Cría cuervos

"Aquí vinimos a descansar, deje la calceta Paquita, que nos vamos a quemar la retina…" la reprende condescendiente la enfermera. Deja el vasito con las pastillas cerca de la anciana mientras le retira amablemente las agujas de hacer punto. Ella se deja hacer pero en cuanto se aleja vuelve a cogerlas. “Descansa tú guapa, que yo no estoy cansada. Además tengo que acabar esta bufanda. Es para mi Manolín, que siempre coge frío en la garganta... Me va a oír. Hace más de un mes que no viene, desde que me trajo esos papeles. ¡Ah no!, pero la próxima vez no firmo nada y le pienso decir que esto no me gusta, que me vuelvo a mi casa”.

martes, 1 de febrero de 2011

Triste venganza

… Una semilla en esta tierra desolada (ilegible) sin esperanza (ilegible) ... morir conmigo…

El carcelero sostiene confuso el trozo de papel mientras observa el cuerpecillo de la muchacha. Está acurrucada en el rincón donde la encuentra cada noche. A su alrededor hay un charco de sangre, en su mano una ramita impregnada de la inusual tinta.

Arruga con rabia la nota mientras siente cómo la ira crece en su interior: acaba de descifrar la última frase.

... Tú me robaste la vida, yo me llevo un trozo de la tuya.